Una Canción a Stalin

Nicolás Guillén

Nicolás Guillén ha sido el más grande poeta cubano y uno de los más descollantes poetas de habla hispana. Su principal obra fue el Sóngoro Cosongo.

Afrocubano, Nicolás Guillén une una magistral utilización de técnicas poéticas de la tradición castellana con expresiones, motivos y sentimientos de la cultura afro-caribeña de los esclavos negros y sus descendientes.

El poema aquí reproducido se publicó por primera vez en la compilación Ofrenda Lírica de Cuba a la Unión Soviética, La Habana: Frente Nacional Antifascista, 1942. También se publicó en una antología junto con «España, poema en cuatro angustias y una esperanza» – dedicado a la guerra civil española – y otros poemas.

La presente edición electrónica sigue el texto de la edición de la Editorial de Literas Cubanas de La Habana, 1985, páginas 226-7. El editor electrónico (Lorenzo Peña) recuerda, sin embargo, otra versión del último verso: en lugar de `los pueblos que despierten junto a ti marcharán' decía `los pueblos que despierten junto a ti soñarán'. ¿Falso recuerdo?

Stalin, Capitán,
a quien Changó proteja y a quien resguarde Ochún.1
A tu lado, cantando, los hombres libres van:
el chino, que respira con pulmón de volcán,
el negro, de ojos blancos y barbas de betún,
el blanco, de ojos verdes y barbas de azafrán.
Stalin, Capitán.

Tiembla Europa en su mapa de piedra y de carbón.
Mil siglos se desploman rodando sin contén.
Cañón
del Austro al Septentrión.
Cabezas y cabezas cortadas a cercén.
El mar arde lo mismo que un charco de alquitrán.
Bocas que ayer cantaban a la Verdad y el Bien
Hoy bajo cuatro metros de amargo sueño están...
Stalin, Capitán.

Pero el futuro afinca, levanta su ilusión
allá en tu roja tierra donde es feliz el pan,
y altos pechos armados de una misma canción
las plumas de los buitres detienen, detendrán,
allá en tu helado cielo de llama y explosión,
Stalin, Capitán.

El jarro de magnolias, el floreal corazón2
de Buda, despereza su extático ademán;
gravita un continente sobre el Mar del Japón:
rudo bloque de sangre de Siberia a Ceylán
y de Esmirna a Cantón...
Stalin, Capitán.

Tambores africanos con resonante son
sobre selva y desierto su vivo alerta dan,
más fiero que el metal con que ruge el león;
y alzando hasta el Pichincha la tormentosa sien3
América convoca su puma y su caimán,
pero además engrasa su motor y su tren.
Odio por dondequiera verá el ciego alemán
la paloma, el avión,
el pico del tucán,
el zoológico río de vasta indignación,
las flechas venenosas que en pleno blanco dan,
y aun el viento, impulsando sus ruedas de ciclón...

Stalin, Capitán, a quien Changó proteja y a quien resguarde Ochún...
A tu lado, cantando, los hombres libres van:
el chino, que respira con pulmón de volcán,
el negro, de ojos blancos y barbas de betún,
el blanco, de ojos verdes y barbas de azafrán...
¡Stalin, Capitán,
los pueblos que despierten junto a ti marcharán!

Notas:

1. Changó y Ochún son dos dioses de ciertas religiones politeístas negroafricanas, cuya memoria se ha conservado en la cultura afroamericana del Caribe (santería cubana y otros fenómenos de sincretismo religioso similares).

2. Esta estrofa alude en particular a la cultura del extremo oriente, incorporada a la lucha planetaria contra la coalición encabezada por Hitler y que incluía al Imperio Japonés. Es sobre todo una referencia a la cultura china.

3. El Pichincha es uno de los montes volcánicos de la cordillera andina, y da nombre a la provincia ecuatoriana en la que está ubicada la capital de esa República, Quito. La estrofa alude a la gran alianza planetaria antihitleriana en la cual se incorporan los pueblos americanos.

Click here to return to the material in other languages.